Todos nos vamos a morir; sin embargo, no nos enseñan a morir ni a aceptar la muerte de los demás. A muchas personas les disgusta el tema, porque piensan que es atraer algo que no quieren. Pienso que aunque duela, es algo que debemos afrontar y mientras mayor sea el miedo, mayores serán también las resistencias, la evasión, etc.
Creo también que aunque no lleguemos a estar preparados para aceptar la muerte propia ni la de un familiar o de un ser querido, algunas reflexiones pueden ayudarnos. Tal vez es más fácil aceptar cuando ya es un hecho, que aceptar cuando la persona todavía está con nosotros y vemos que le queda poco tiempo.
La vida es más que un cuerpo físico
Algo que nos puede ayudar es pensar que la vida no termina con el cuerpo físico, que somos almas en evolución, que hemos tenido muchas vida y que ese ser seguirá viviendo, en otro plano. Hay documentales y libros como «Vida después de la vida» que presentan el testimonio de muchas personas que han pasado por la experiencia llamada muerte y han regresado y explican que veían sus cuerpos y sabían que estaban con vida, pero de forma distinta vida, y fuera del cuerpo.
El miedo a no saber qué vamos a encontrar del otro lado es lo que puede hacer que una persona se aferre a un cuerpo, a la vida que conoce.
Toca confiar, saber que somos parte de Dios. Por más que se resista, el cuerpo físico es mortal.
La resistencia de aceptar que el ser querido se va es totalmente natural, porque no queremos dejar de tenerlo con nosotros. Tal vez se consigue consuelo al pensar que esa persona seguirá existiendo y es como dejarla ir a un viaje largo donde va a disfrutar mucho, a evolucionar, a crecer. Aunque no la veamos, sabemos que estará bien, y que nos encontraremos de nuevo; por ahora tal vez en sueños, mientras dormimos. Más adelante, en otro plano.
Nos duele por nosotros. Nos duele porque somos NOSOTROS los que ya no la veremos; estamos llorando por nosotros, por nuestro deseo de que se quede.
Sin duda, uno de los peores dolores que existe está el de la muerte de un hijo. He atendido en mi consulta a varias mujeres valientes que han decidido superar el dolor de perder a un hijo; llegan a confiar en que ese ser estará bien, y saben que deben despedirse de él como un ALMA DE LUZ DIVINA, que no necesita más ese cuerpo que tuvo y que debe seguir su camino de evolución.
En una sesión, una de esas mamás vio cómo su hijo no quería irse, parecía que no quería aceptar su propia muerte. Ella le habló, le pedimos a los ángeles, al Arcángel Miguel y ella (por cierto, muy perceptiva), vio cómo asintió con la cabeza, luego él se sonrió, le dijo chao con la mano y se dirigió a una luz blanca y hermosa que apareció detrás de él. Fue un alivio para ella verlo de esa manera. En ese momento, ella también aceptó más su partida, porque lo vio tranquilo y sonriendo. Desde ese momento ella tiene más paz.
No todo el mundo tiene esa capacidad de ver al ser querido luego que ha pasado de plano y tener ese diálogo. No todos tienen la oportunidad de prepararse y hablarle al ser que se irá.
La primera preparación es aceptar que todos dejaremos este cuerpo. Podemos decirle a la persona que puede estar cerca de morirse que piense en la luz, que se imagine cómo su cuerpo se va llenando de luz, que ella se convierte en luz, que al pasar del otro lado BUSQUE LA LUZ, además claro está de pedirle a Dios, según su propia creencia.
Les recomiendo la película Más Alla de los Sueños, con Robin William, y libros como «Vida después de la Vida».